viernes, 3 de septiembre de 2010

MAGIA PENDULAR

[Argelia]



¿Sabes a qué me remite tu nombre?

A un pasado común persa, donde te vi por vez primera.
Tú eras de la nobleza, yo era apenas un… lector.
Desde entonces ya tenías esa mirada de inteligencia y bondad.
Data de aquellos encuentros esporádicos muy entusiastas.
Me mirabas, y no perdía detalles, pero nada más.
No es de sueño sino memorial del tiempo, porque el ayer es hoy, relativo siempre.
La sencillez te quedó de entonces como muestra de comprensión.
Tu amabilidad, botón de tu respeto y trato a los demás.

¿Sabes a qué me remite tu nombre?

Al continente Negro, y al desierto del Sahara.
Me recuerda la humillación de los pueblos que han sufrido, en sus raíces, en su honor.
Víctimas de aquellos que arremeten sin razón.
Hombres extirpados de sus tierras, de su gente.
Que tiñen su piel con antiguo tinte.
Los veo como tus hermanos, los míos también.
Del desierto, te diré, es la memoria hendida del pasado.
Como el reloj de arena que gira sin fin porque el aire se encarga de mover la maquinaria.
Pero me refiere a ti porque llevas en el alma un arcaísmo vivo.
Tus años, tus edades de otros tiempos [¿alguien niega la reencarnación?, yo no] que traes consigo.
Muestra de ello, tus valores.
Porque sólo el alma vieja que se mide en experiencia, reconoce que lo simple sí trasciende.
Y mira lo que no se ve; o viceversa.

¿Sabes a qué me remite tu nombre?

Al sueño de un amor que siempre tuve.
Pero nunca pude más allá que idealizar cuando no estabas conmigo en otras vidas.
Reencontrarte y pronunciar tu nombre me refrescó la memoria antes incierta.
Te miré dispuesta a compartir aquél deseo de eterno anhelo.
Hacer posible lo que parecía imposible después de no sé cuanto intento.
Tu nombre me recordó al amor que siempre quise.

¿Sabes a qué me remite tu nombre?

A que el Universo emplea sus mañas.
Porque lo resuelve todo.
Son sus fines.
Como el que busca encuentra, se le vuelve real.
Recuerdo de pequeño ver al cielo.
Comprendí que en el brillo de una estrella encontraría mi ser.
Hoy sé que mi ser vino de allá.
Y que tu esencia es del amor, de nuestro mundo espiritual.

Salvador González Briceño.
2:45 am.
3/septiembre/2010.